La sal es ese condimento cotidiano y barato, es ese placer para los paladares, es ese histórico elemento de comercio y trueque; pero es además una fuente de nutrientes, fundamentalmente inorgánicos, cuya necesidad en hombre y animales ha provocado su búsqueda y el asentamiento de comunidades en sus proximidades. Y en su abundancia ha desarrollado las más primitivas formas de conservación de los alimentos y por ende, de preparación culinaria de los mismos.

Esa sal tan codiciada y usada por el hombre, se ha convertido en los “tiempos modernos”, como muchos otros alimentos, en un peligro para nuestra salud, objeto de estudio y persecución (y no siempre en este orden)… pero difícilmente sustituible en nuestros paladares, salvo por otros condimentos tan reprobables como la propia sal.

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