Adultos
Aunque las necesidades fisiológicas cotidianas varían según la edad, sexo, peso, estado fisiológico (crecimiento, embarazo, lactancia), nivel de actividad física, estado de salud, etc… nuestro cuerpo no necesita consumir cantidades elevadas de sodio.
En climas moderados, los adultos sanos, mantienen su estatus de sodio con ingesta discretas del mismo. Las pérdidas obligatorias por orina y heces son de unos 23 mg/día. Por otra parte podemos calcular que las pérdidas por sudor suponen unos 575 mg/L.
Por tanto, considerando la alta variabilidad en los tipos de actividad física realizada y la adaptabilidad al clima, se considera que 500 mg/día es la ingesta mínima segura.
Pero dado que un mayor consumo de sodio no implica ventajas para el organismo y en cambio puede ser causante de graves desarreglos orgánicos, como hipertensión, diversas instituciones y científicos indica la necesidad de que la concentración de sodio en la dieta no exceda los 2.4 g/día (6 g de sal[1]) para FESNAD (2010) o NRC, o 2 g/día (5 g de sal2) para la OMS (2007). En cualquier caso parece claro que debería hacerse una distinción entre individuos con hipertensión (5-6 g/día) y la población sana (7.5-10) (Valero Zanuy, 2013, Whelton y col., 2002).
Gestación y lactación
Durante la gestación existe un aumento en las necesidades de sodio debido a que existe un aumento del fluido extracelular en la madre, los requerimientos del feto y los niveles de sodio en el líquido amniótico. Esto supone unos 70 mg de sodio más al día. De igual forma durante la lactación las necesidades de la mujer se incrementan en unos 135mg/día. Sin embargo, estos incrementos está de sobra cubierto en la ingesta habitual durante estos periodos.
Lactantes y niños
Los requerimientos de sodio son obviamente mayores en lactantes y niños pequeños cuyo volumen extracelular está en rápida expansión. Unos 23 mg/Kg se considera aceptable para lactantes y niños pequeños. Dados unos 135 mg/día de sodio a partir de la leche materna, supone una media de unos 27 mg/Kg en lactantes desde el nacimiento a los 2 meses y 18 mg/Kg de los 3 a los 5 meses. Salvo en niños prematuros (que pueden tener hiponatemia), se considera que la leche humana proporciona unos niveles satisfactorios de sodio para el crecimiento del lactante, recomendándose concentraciones de sodio entre 20 y 60 mg/ 100 Kcal para leches maternizadas, siendo 60 mg/ 100 Kcal el máximo legal permitido por la legislación española, aunque la Sociedad Europea sobre Gastroenterología Pediátrica y Nutrición (ESPGHAN, 2008), indica como nivel máximo 40 mg/ 100 Kcal.
[1] Sal = sodio x 2.5 (Para calcular el contenido en sal de un alimento hay que multiplicar por 2,5 los gramos de sodio que indica la etiqueta).